Callejón del Agua: la ruta silenciosa junto a la muralla del Alcázar

Placa cerámica Callejón del Agua

El Callejón del Agua es uno de esos lugares que parecen ajenos al paso del tiempo. Un pasad
izo estrecho, encalado, que discurre pegado a la muralla del Real Alcázar y que, en las horas más tranquilas, guarda un murmullo invisible: el eco del agua que un día recorrió su trazado.

Donde el agua corría pegada a la muralla

Su historia empieza en la Sevilla musulmana, en el siglo XII, cuando la ciudad se abastecía gracias a los Caños de Carmona, un acueducto que traía agua desde los manantiales de Alcalá de Guadaíra. Una de sus ramificaciones llegaba hasta el Alcázar, bordeando la muralla para alimentar fuentes, jardines y aljibes.

Aquel pasadizo no estaba pensado para pasear. Era un camino técnico, por donde los alcaides y operarios revisaban las conducciones y aseguraban que el agua llegara limpia y constante al corazón palaciego.


Callejón del Agua muralla Alcázar

De función práctica a paseo histórico

Con el tiempo, y tras el declive del acueducto —desmontado en buena parte a comienzos del siglo XX—, el Callejón del Agua dejó de ser infraestructura y pasó a ser parte del Barrio de Santa Cruz. Abierto al paso de vecinos y visitantes, se convirtió en un recorrido pintoresco, abrazado por buganvillas y paredes que respiran historia.

Hoy, recorrerlo es avanzar junto a la piedra centenaria del Alcázar, con la sensación de que cada recodo esconde un secreto. En verano, su sombra es un alivio; en invierno, sus muros resguardan del viento.

Un tramo que cuenta mucho en poco espacio

El Callejón del Agua no es largo, pero su recorrido es intenso: conecta la Plaza de Alfaro con la calle Vida, y en apenas unos minutos permite entender cómo Sevilla ha sabido integrar sus huellas medievales en la vida diaria.

Es también uno de esos rincones donde la ciudad se escucha diferente: el canto de un pájaro, el paso lento de un vecino, la risa apagada de quienes descubren este lugar por primera vez.

Puerta Callejón del Agua

Patrimonio protegido

Hoy forma parte del conjunto monumental del Alcázar y del trazado protegido del Barrio de Santa Cruz. Su nombre es un recordatorio de su función original, y su silencio, un homenaje a la Sevilla que supo vivir del agua y junto al agua.

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